¿Buscas la aprobación de otros?

¿Buscas la aprobación de otros?

¿Buscas la aprobación de otros?

No se extravíen. Las malas compañías echan a perder los hábitos útiles. 1 CORINTIOS 15:33 ¿Hasta dónde estaríamos dispuestos a llegar para c...
Comentarios julio 20, 2014
¿Buscas la aprobación de otros?
No se extravíen. Las malas compañías echan a perder los hábitos útiles. 1 CORINTIOS 15:33

¿Hasta dónde estaríamos dispuestos a llegar para conseguir la tan ansiada aceptación? Aunque estemos seguros de nosotros mismos en ese sentido, ¿qué puede decirse de los que nos rodean? ¿Intentan siquiera resistir esa presión de grupo, o están dejando que otros los moldeen?
no son pocas las personas que consideran las normas morales de la Biblia anticuadas o poco realistas en el mundo actual. Muchas piensan que no es tan importante adorar a Dios como él nos pide que lo hagamos en su Palabra (Juan 4:24). ¿Por qué piensan de este modo? Entre otras cosas, por la presión de grupo. En Efesios 2:2, Pablo habla del “espíritu”, o actitud predominante, de este sistema de cosas. Dicho espíritu presiona a la gente para que se ajuste a la forma de pensar de un mundo que no conoce a Jehová. ¿Cómo nos puede afectar esto?
Normalmente, nuestra rutina diaria de clases, estudio, obligaciones familiares y trabajo hace que nos mezclemos con gente que no comparte todos nuestros principios cristianos. En la escuela, sin ir más lejos, muchos jóvenes tal vez quieren alcanzar la popularidad casi a cualquier precio, tienen relaciones sexuales inmorales o incluso consumen drogas y abusan del alcohol. ¿Qué ocurrirá si escogemos a nuestros amigos íntimos entre los que participan en ese tipo de conducta o la consideran normal, incluso digna de elogio? Probablemente iremos adoptando —al principio quizá poco a poco— una actitud similar. El “espíritu”, o “aire”, de este mundo nos presionará hasta que nos conformemos a su molde.

¿Por qué es peligrosa la presión de grupo?

Imagínate por un momento que estás nadando en la playa. Mientras estás entretenido nadando y jugando con las olas, otras fuerzas poderosas están actuando inadvertidamente. Las olas te empujan hacia la costa, pero también hay corrientes bajo la superficie que poco a poco te desplazan hacia un lado. Cuando por fin miras hacia la costa, ya no ves ni a tu familia ni a tus amigos. Ni por un instante te diste cuenta de lo lejos que la corriente te había llevado. De igual modo, mientras realizamos nuestras actividades diarias, nuestros pensamientos y sentimientos están sometidos a continuas influencias. Y antes de que nos demos cuenta, estas influencias nos pueden alejar de las normas a las que siempre pensamos que nos ceñiríamos.
El apóstol Pedro, por ejemplo, fue un hombre valiente. Sin temor empuñó la espada frente a una multitud hostil la noche que arrestaron a Jesús (Marcos 14:43-47; Juan 18:10). Aun así, años más tarde, la presión de grupo hizo que se comportara de una manera claramente parcial. Evitó el trato con los cristianos gentiles, a pesar de que antes había recibido una visión en la que Cristo le mandaba que no considerara inmundos a los gentiles (Hechos 10:10-15, 28, 29). A Pedro le resultó más difícil enfrentarse al desprecio de otros hombres que al filo de una espada (Gálatas 2:11, 12). Sin lugar a dudas, la presión de grupo es peligrosa.

El ejemplo de Pedro nos enseña una lección fundamental: el que seamos fuertes en algunos aspectos no implica que lo seamos en todo. Como cualquiera de nosotros, Pedro tenía sus puntos débiles. Sin importar quiénes seamos, todos debemos ser conscientes de nuestras debilidades. Preguntémonos con franqueza: “¿En qué puntos flaqueo? ¿Anhelo un estilo de vida acomodado? ¿Soy vanidoso? ¿Hasta dónde estaría dispuesto a llegar por recibir elogios o alcanzar popularidad o cierta categoría social?”.





Es posible que nunca nos expongamos adrede a un proceder dañino relacionándonos con consumidores de drogas o con personas promiscuas. Pero ¿y las flaquezas que no son tan obvias? Si optamos por relacionarnos estrechamente con quienes pueden influir de forma negativa en nuestro punto débil, nos estamos arriesgando a ser manipulados por la presión de grupo y a que esto nos ocasione un daño irreparable.



Comentarios


No hay comentarios

  • Link
  • Link
  • Link
  • Link
  • Link
  • Link
  • Link
  • Link
  • Link
  • Link
  • Link